No hay quebrada más churita
que la Quebrada de Lules,
donde el pobre se divierte
bajo los cielos azules.
Vámonos pa’ la quebrada
cubierta de jarillales,
que los buches llenaremos
con alpamato y tamales.
Llévense la prienda en ancas,
guitarra y caja colgando,
que en cualquier momento quede
la polvadera bailando.
Los que vayan a caballo
cuidado con las laderas,
que los mancarrones bajen
sobre las patas traseras.
Ya madura la algarroba,
ya está el Chal-chal coloreando,
mientras cruzan por los aires
los chalchaleros cantando.
Vayan encendiendo el fuego
debajo de esos chañares,
bailaremos todo el día
para olvidar los pesares.
Volveremos a las casas
cuerpeándole a los pencales,
cuando canten a la tarde
calandrias y cardenales.
Volveremos en bandadas
como buenos compañeros,
igualito que los loros
con rumbo a los dormideros.-
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