





San Isidro de Lules se encuentra 20 km de San Miguel de Tucumán, posee entre sus riquezas naturales a la Quebrada de Lules, (a 4 Km.de Lules), se encuentra encerrada por las Sierras de San Javier y Yerba Huasi. Con alturas aproximadas de 800 a 1000 mts. y da paso al agua de las vertientes y manantiales que alimentan el río homónimo.
"Lules, una huella jesuita", pone en escena el culto de los indios lules a la tierra, el agua y el fuego.
Más información tucumaneada de www.camdipsalta.gov.ar . Pero cheeee, chupadores, fumadores, jodones, quilomberos.... y por si faltara poco caniiiiiiiibales. Guarda con los Lules.
Lules y Vilelas
Pese a que el estudio de los distintos grupos indígenas de la Argentina nos obliga a contextualizarlos dentro de un área geográfica delimitada, ello nos puede llevar a la falsa creencia de que nos encontramos frente a culturas fijas en el tiempo y el espacio. Nada más lejos de la verdad, pues hay que reconocer que en tiempos prehispánicos la gran movilidad de pueblos era evidente. Ejemplo de ello fueron los lules , agrupación de cazadores-recolectores llegados en tiempos remotos desde el Amazonas brasileño a la región occidental del bosque chaqueño. Desde allí, estos belicosos nómadas tomaron contacto con pueblos sedentarios de cultura andina en la zona de Santiago del Estero y Tucumán, como los tonocotés, a los que hostigaban y saqueaban frecuentemente. Según fuentes españolas, los lules practicaban la antropofagia y de no ser por la conquista hispana "...hubieran acabado con los tonocotés..." afirmaba el padre Barzana.
De gran talla y esbeltos, los lules se alimentaban preferentemente de los productos de la caza y la pesca, complementando esta actividad con la recolección de la algarroba y miel de abejas silvestres. Utilizaban arco, flechas, macanas y dardos arrojadizos. Habitualmente desnudos, solían cubrirse con plumas de ñandúes, por lo que los españoles llamaron "juríes" a estos indios en sus primeras crónicas del siglo XVI, ya que esta palabra provendría del quichua xurí , nombre con el que los pueblos andinos designaban a esas aves corredoras.
Por su parte, los vilelas , vecinos de los lules y culturalmente emparentados, se diferenciaban de éstos en que habían adquirido hábitos sedentarios, con una agricultura incipiente y cría de animales. De costumbres más pacíficas, gustaban de la música y la danza